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El Bien vivir
Sócrates fue el primero en volver la mirada de la filosofía griega hacia la vida humana, hacia la vida cotidiana de sus conciudadanos. El “bien vivir” y cómo lograrlo fue el principal faro que guió su pensamiento. En el fondo, ¿No es eso lo que, en última instancia, todos queremos? Conseguir ser felices alejándonos del sufrimiento, pero, ¿Lo logramos? Creo que no siempre, o al menos no tanto como querríamos.
¿Sufrimos en nuestras vidas?, ¿Vivimos todo tipo de crisis? Yo creo que sí. ¿Tenemos crisis de sentido sobre lo que hacemos, sobre lo que queremos, o en lo que creemos? ¿Sufrimos crisis en nuestras relaciones más importantes? ¿Crisis personales? ¿Crisis profesionales, sociales y económicas? Solo hace falta mirar un poco nuestra sociedad para darnos cuenta de ello. Ese “bien vivir” que buscaba Sócrates se nos antoja frecuentemente un tanto esquivo. Quizás es que no sepamos hacerlo bien. Podría hasta pensarse que, quizás, como especie, no nos fuera posible alcanzar ese ideal.
Pero… ¿Y si esas crisis no fueran realmente crisis personales? ¿Y si la causa última de los problemas que sufrimos y vivimos, en realidad, no estuviese dentro de nosotros sino en nuestra cultura? ¿Y si la solución de la mayor parte de estas crisis la tuviésemos, al alcance de la mano?
Os invito hoy a acompañarme en un viaje reflexivo con la única esperanza de seduciros. Seduciros para entrar en un proceso que amplíe vuestra mirada y encontréis, por vosotros mismos, herramientas para transformar vuestras vidas en pro de ese ideal socrático del “bien vivir”. Eso sí, si os aventurais a acompañarme, tendremos que caminar lento, paso a paso. No es un terreno llano ni fácil, pero las grandes recompensas, quiero pensar, no suelen obtenerse sin empeñar en ello esfuerzo, valor y confianza.
¿Aceptáis el reto? ¿Qué podéis perder?
Paradigmas
Hablemos primero de los seres humanos y cómo hacemos para entender y dar sentido al mundo en el que vivimos. Generamos conocimientos de todo tipo y en todos los ámbitos posibles. Estos conocimientos que generamos no los amontonamos caóticamente, sino que los organizamos en esquemas, en estructuras a las que podemos llamar paradigmas. Un paradigma, entonces, no es más que el modo en cómo estructuramos el conocimiento humano, definiendo, por extensión, una particular manera de entender un determinado aspecto de la realidad.
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Todas las civilizaciones han construido todas sus formas de conocimiento de ese modo, a través de un conjunto de creencias o teorías que les han permitido explicar el sentido de su realidad, de lo que vivian, del porqué de esto o lo de más allá.
Los seres humanos hemos creado múltiples paradigmas para todas las disciplinas del saber humano, desde las ciencias, a las religiones, y lo importante es imaginar que todos ellos se sustentan, en última instancia, sobre la base de unas premisas básicas, unas premisas fundamentales, que surgen de la respuesta a dos grandes preguntas:
¿Qué es la realidad? y ¿Qué es el ser humano?
Por ejemplo, intuimos, en la arquitectura, que los cimientos de un edificio y el cómo éstos están diseñados, condicionarán la posterior construcción, marcando, de un modo significativo, lo que le será y no será posible a ese edificio en cuestión, en términos de altura, espacios, estancias y hasta quizás su belleza exterior. Del mismo modo uno puede intuir también rápidamente que esas dos grandes preguntas fundamentales sobre la realidad y el ser humano no son preguntas triviales, ya que, dependiendo a como cada civilización responda a ellas, va a quedar condicionada toda otra forma de conocimiento posteriormente desarrollada.
A esas premisas básicas, a esos fundamentos del conocimiento, lo llamamos Paradigma de Base. Un Paradigma de Base es un paradigma también, como los otros pertenecientes a las diferentes disciplinas de conocimiento, pero éste tiene un estatus superior, ya que éste alimenta y sustenta a todos los demás. Este Paradigma de Base es el suelo, la base desde donde todos los demás paradigmas se apoyan. Digamos que son creencias básicas que compartimos en una cultura y nos hacen mirar, otorgar significado y, en definitiva actuar, ante la realidad que vivimos.
Los paradigmas suelen ser invisibles al propio sujeto que los sustenta ya que éste nace y vive dentro de ellos, del mismo modo que un pez no conoce el agua ya que nunca ha estado fuera de ella. Sin hacer esta reflexión, a la que ahora os estoy invitando, podemos vivir nuestra vida creyendo implícitamente que vemos, percibimos y conocemos la realidad tal y como ésta es. Dicho de otro modo, no somos conscientes de las “gafas” a través de las que miramos. De hecho creo que la mayoría de nosotros ni somos conscientes de llevar “gafas”.
Hablaba en uno de mis últimos artículos de este mismo Blog: “Conservación y cambio: una mirada sistémica” (1), del Paradigma de Base en el que los seres humanos en occidente llevamos 25 siglos inmersos. Lo podemos llamar el Programa Metafísico. Este Paradigma de base, que tiene sus orígenes en el siglo V a.C. Con Sócrates se perfila, evoluciona y finalmente conforma su estructura básica de la mano de Platón y su principal discípulo, Aristóteles. Muchos siglos más tarde, con la caída del mundo antiguo, con la emergencia de la Iglesia cristiana, metafísica y cristianismo confluyen y ese Paradigma de base va a tener una influencia determinante en nuestro modo occidental de ser y de entender el mundo, hasta nuestros días.
Lo interesante es que este Paradigma de Base no se queda en la filosofía, ni en los empolvados libros de bibliotecas, sino que se baja hasta nuestro sentido común, y nos hacen mirar, entender y actuar de formas determinadas. De allí que finalmente va a condicionar lo que seremos capaces de ver, entender y, por ende, van a definir nuestros logros y fracasos diarios y cotidianos.
No reflexionar sobre esto que ahora planteo, nos hace mirar el mundo, nuestra vida, sin ser conscientes desde donde estamos mirando. Es por ello que ahora os tiendo la mano con una extraña invitación.
¿Y si el principio de este largo viaje hacia el “bien vivir” fuera empezar por mirar nuestra mirada?
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El único y verdadero viaje de descubrimiento consiste, no en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.
Marcel Proust
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La reflexión pues empieza precisamente en ese punto. El preguntarse ¿Desde dónde estoy mirando el mundo?, ¿Qué condiciona mi mirada?, ¿Qué gafas estoy utilizando que me hacen ver el mundo como yo lo veo? Cuando uno hace eso, reflexiona. Y cuando uno reflexiona aparece ahí la posibilidad de preguntarse si uno quiere o no quiere eso que ve y las consecuencias que de ello se derivan en su vida cotidiana. En definitiva, incrementa nuestro grado de libertad, que no es más expandir las posibilidades de elegir. Pero para poder escoger entre conservar o cambiar nuestra actual mirada, primero conozcámosla un poco más.
¿Y si pudiésemos escoger cambiar de mirada? ¿Cómo eso podría cambiar a mejor nuestras vidas?
De los diversos postulados de dicho paradigma, que ya traté en el citado artículo (1), me interesa ahora destacar el modo en que juzgo como éstos puedan estar afectando de un modo determinante en nuestra vida cotidiana. Revisaremos juntos cuales son esos postulados básicos que conforman este Paradigma de base, el Programa Metafísico, en el cual, como ya dije, sepámoslo o no, llevamos 25 siglos viviendo dentro de él.
“¡Y a mí que me importa la filosofía!. ¿Qué puede importarme lo que dijeran unos tipos ataviados con túnicas ahora hace 25 siglos?”
Eso me decía yo en el instituto siendo un poco más joven, impulsivo y rebelde de lo que soy ahora. Ya mayor, con los años y las canas, me fui dando cuenta que sepamos o no algo de metafísica, nos interese, nos importe o no, ésta nos condiciona, nos afecta y en gran modo determina nuestros principales sufrimientos que sobrellevamos. ¿Y cómo hace eso? Pues fijando nuestra perspectiva, definiendo nuestra manera de mirar el mundo, de mirar a los demás y de mirarnos a nosotros mismos. Según miro, veo, según veo, interpreto, según interpreto, actúo y según actúo genero resultados. Esos resultados son los que, finalmente, me hacen feliz o desdichado.
Lo que estamos sugiriendo aquí es que pudiera ser que la mayoría de crisis y sufrimientos que enfrentamos en nuestras vidas cotidianas, no sean crisis personales, sino que pudieran ser consecuencias derivadas de la crisis del propio Paradigma de Base que hemos venido utilizando para conferir sentido al mundo.
Os invito a volver la mirada hacia vuestra propia mirada para poder modificarla en la medida que creais oportuno.. Y, sobretodo, nunca perdáis de vista que lo que os voy a mostrar, ese Paradigma de Base en el que vivimos sumergidos, no es una “verdad revelada”, sino que es tan solo una particular interpretación que hicieron unas personas como nosotros, aunque vestidas con túnicas, hace ahora 25 siglos. Ni más ni menos.
Los Postulados básicos del Paradigma Metafísico
Las cuatro ideas básicas que sustentan este antiguo Paradigma de Base, ahora presumiblemente agotado y en crisis, se pueden resumir del siguiente modo. Siguiendo cada una de ellas apunto las posibles consecuencias que juzgo que cada una de estas ideas puedan estar produciendo en nuestras propias vidas.
SER – REALIDAD – VERDAD – RAZÓN
Veamos:
EL SER: El sentido de las cosas, de la realidad, lo hayamos en su “SER”. Para entender porque las cosas hacen lo que hacen, debemos entender su SER. Ese SER es eterno, fijo e inmutable. Si quiero entender como soy yo mismo, porque actúo como actuó, el camino es conocer mi SER. “Conócete a ti mismo”, decían los antiguos griegos en Delfos. A ese SER que nos define a veces le llamamos esencia, personalidad carácter o alma.
POSIBLES CONSECUENCIAS: Aquí entendemos que desde que se instauró esa interpretación del ser humano, donde estamos habitados por un SER inmutable, nos damos cuenta que, en realidad, el cambio en nosotros no es posible. Utilizamos ese SER como una proposición explicativa de nuestra conducta: “¿Por qué hiciste eso?” “Porque yo soy así”. Explicamos nuestro actuar con referencia a ese SER que decimos que somos. Lo que estamos afirmando implícitamente es que nacemos de una manera, somos de esa manera y moriremos de esa manera. Sólo queda aceptar el modo de ser que nos ha “tocado” y resignarnos a lo que éste nos depare.
“Yo soy así”, “él o ella son así”, son expresiones cotidianas que denotan esa manera de entendernos. No nos damos cuenta cómo algo tan aparentemente trivial como la expresión “yo soy así” reduce o hasta liquida de forma dramática nuestro espacio y posibilidades de transformación hacia otra cosa que quizás desearíamos ser y que nos haría la vida más fácil.
LA REALIDAD: Ese SER, esa esencia, esa alma, no está en nuestra realidad concreta de los sentidos en la que habitamos, sino que se encuentra en una realidad trascendente, en el más allá, en el mundo de las ideas, de los espíritus, o del alma. En un mundo más allá de este mundo (Meta=Más allá, Fisis=Naturaleza). Esa alma definitoria de nuestra propia esencia está en nosotros pero pertenece a ese otro mundo que un día inventamos.
POSIBLES CONSECUENCIAS: Esta manera de entender el mundo, donde lo que vivimos no es lo real, es ilusión, y lo verdaderamente real está en otro mundo que tenemos que ganarnos, de alguna manera pueda estar desvalorizando la vida cotidiana que tenemos. Si estamos aquí, en el mundo terrenal, solo de paso, uno puede tener la tentación o el propósito venir aquí a sufrir, no ser feliz y hasta no aprovechar esta vida, ya que lo mejor llegará justamente una vez ésta se acabe.
Eso puede desembocar en filosofías o religiones que llevan, en el mejor de los casos, a resignarnos al destino que nos ha tocado y nos puede alejar de la ambición de maximizar nuestra felicidad en este mundo. Por ejemplo, en nuestra cultura cristiana no nos resulta tan extraño que nos hablen de resignación y de sufrimiento como medio de ganarse la otra vida, la de verdad. En otras religiones, algunos extremistas son capaces hasta de inmolarse en nombre de su Dios esperando encontrar vírgenes esperándoles en esa supuesta otra orilla.
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“…un palacio de perlas en las que son de 72 mansiones, dentro de cada una mansión de 72 casas y en cada casa una cama en la que son 72 hojas y cada hoja una hermosa virgen de pechos voluptuosos no tocadas por hombre alguno hasta ese momento».
Surah 55:54 y 56
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LA VERDAD: Alcanzar el SER, captar el SER de algo es acceder a la VERDAD. Y verdad solo hay una, es eterna e inmutable. Todo lo que la contradiga, por definición, es falso. Por tanto, para cada pregunta hay una y solo una respuesta verdadera así como para cada circunstancia una explicación verdadera. El objetivo de la filosofía es alcanzar esas verdades.
POSIBLES CONSECUENCIAS: El creer en la existencia de un concepto de VERDAD, única, inmutable y accesible, abre la posibilidad de situar a quien crea poseerla por encima de otros seres humanos, generando así desequilibrios de poder, abusos y negación de unos a otros. El pensar que alguien puede atribuirse un acceso privilegiado a esa VERDAD a la REALIDAD a través de la ciencia, la religión o de ideologismos de todo tipo, a mi entender es una de las principales fuentes de desgarradores conflictos entre seres humanos.
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Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio.
Leonardo da Vinci
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Nos suele pasar a todos que creemos, explícita o implícitamente, que las cosa son del modo en que nosotros las vemos, y lo que nos parece cierto (teorías, creencias, percepciones o experiencias) pareciera no tener otra alternativa. Eso nos puede dificultar escuchar a otros seres humanos con visiones diferentes a la nuestra. Nos negamos y hasta nos destruimos mutuamente en un proceso donde cada uno se otorga, sin ningún atisbo de humildad, la posesión de tan preciada VERDAD. Solo hace falta mirar el mundo en el que vivimos para tomar consciencia de ello y de sus consecuencias.
Otra dramática consecuencia de ello es que cuando uno cree estar en posesión de una VERDAD sobre cualquier tema, se terminó el espacio para la reflexión, para escuchar y aprender otras formas o manera de mirar. De manera muy lúcida los Dres. H. Maturana y F. Varela (2) nos hablan de la certidumbre, el creerse en posesión de una verdad, como la gran trampa.
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“La certidumbre niega la reflexión, el saber te ancla, ya que en tanto sabes, no reflexionas.”
H. Maturana
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Vivimos en una cultura donde buscamos y necesitamos certidumbres, verdades, teorías ciertas. Nos hemos hecho adictos a ellas ya que nos dan seguridad y poder. Sentimos que, sin ellas, el suelo se mueve bajo nuestros pies, y no hemos aprendido todavía a vivir en la incertidumbre, en el no saber, sin ansiedad. Quizás este es un gran aprendizaje que nos esté faltando.
Esta tercera premisa también pueda llevarnos muchas veces a actuar sin asunción de responsabilidad. Si someto, obligo o exijo a otro a creer lo que yo creo, a ver lo que yo veo, o a pensar lo que yo pienso, y lo hago, no porque lo diga yo, sino porque es LA VERDAD, estoy manipulando al otro/a escudándome en ésta. “Cree esto que te digo, y no porque yo lo diga, sino porque es así”
La última consecuencia que veo cuando operamos desde este Paradigma de Base, es cuando hablamos de los conceptos como ideas trascendentes. Imaginad, por ejemplo, que discutimos sobre qué son las emociones. Uno dice las emociones son tal cosa, el otro dice que son tal otra y no hay acuerdo, ya que, en realidad, nadie tiene un acceso a esa idea trascendente y verdadera de lo que es una emoción. Discusiones interminables y desacuerdos irresolubles.
LA RAZÓN: Ese SER al que no podemos percibir con nuestros sentidos porque pertenece a un mundo trascendente, pero sí podemos acceder a él. El camino para hacerlo es la RAZON. El hombre puede acceder a ese mundo de VERDADES ya que es un ser racional. Los seres humanos somos como somos porque somos seres racionales.
POSIBLES CONSECUENCIAS: Desde esta interpretación lo que nos hace diferentes y “superiores” a los otros animales es justamente la capacidad de razonar, y de alguna manera nos separa del resto de la naturaleza.
Esa separación ficticia del mundo natural al que, queramos o no, pertenecemos, nos abre la posibilidad abusar de él sin sentir culpa, ya que más que pertenecer a ese ecosistema, lo utilizamos en forma de recursos para nuestro propio beneficio sin importarnos a veces las consecuencias en forma de destrucción, contaminación y abuso no sostenible de éste.
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“Y díjoles: Creced y multiplicaos y poblad la tierra. Que teman y tiemblen ante vosotros todas las aves del cielo, todo cuanto se mueve sobre la tierra y todos los peces del mar están sujetos a vuestro poder. Y todo lo que tiene movimiento y vida os servirá de alimento.”
Génesis 9:1-3.
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Por otro lado, cuando se sustenta lo racional como lo primordial y constitutivo de lo humano, los demás dominios primarios que convergen en nosotros pasan a pertenecer a nuestros rasgos puramente animales, y por tanto, pueden ser desdeñables. Y así ha sucedido que, durante siglos, el CUERPO y las EMOCIONES han sido y aún hoy siguen siendo sutil pero sistemáticamente negados.
En definitiva, nuestra propia cultura nos lleva a tener que operar desde un gran desconocimiento el mundo emocional y corporal: Observar, interpretar y gestionar emociones propias y de otros y como el cuerpo está íntimamente relacionado con estos otros dos dominios primarios: Lenguaje, cuerpo y emoción
La gran crisis del paradigma de base
Desde hace muchos años este paradigma con el que hemos coexistido durante casi 25 siglos y hemos utilizado para entender el mundo y nuestra vida, ha entrado en una profunda crisis. Esa crisis, como decía en la introducción de este artículo, se observa en nuestra vida cotidiana a veces en la pérdida de sentido sobre lo que hacemos y a carecer de un objetivo en nuestras vidas. Crisis en nuestras relaciones más importantes, en nuestros valores y creencias. Como antes apuntaba, creemos que son crisis personales: “¿Qué me pasa?”, “¿Por qué soy así?” “¿Por qué no se cuidar mis relaciones?”, en definitiva “¿Por qué no soy todo lo feliz que quisiera?”, “¿Estoy enfermo?”.
Lo que no nos damos cuenta es que muchas veces, como afirma el Dr. Rafael Echeverría (3) éstas no son crisis personales, sino expresiones de esa crisis del Paradigma de Base que consciente o inconscientemente usamos para darle sentido a nuestro mundo. Entonces, creyéndonos que es un problema personal nuestro, acudimos a terapias, a cursos, buscamos gurús salvadores y falsos profetas que nos saquen de ese sinsentido, de ese vacío existencial que tantas veces nos sacude.
Yo creo que sufrimos más de lo que deberíamos, y la gran cuestión es:
¿Qué podemos hacer ante eso?
HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA: El Discurso de la Ontología del Lenguaje
En la filosofía moderna ya no hay ningún filósofo destacado que sustente la validez del Programa Metafísico. La filosofía moderna ya lo dejó atrás hace mucho, pero nuestro sentido común sigue fuertemente apegado a ese antiguo paradigma. Forma parte de nuestro sentido común. Podríamos decir que estamos en una era de transición, en un proceso de cambio de interpretación de lo humano, y en cambios de esa envergadura no es de extrañar que, en nuestras vidas, vivamos con confusión, miedo o ansiedad en ese proceso de saltar de un suelo que tantos siglos creímos firme, pero que ya no nos sirve, para saltar hacia…. ¿Dónde?
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“Acercaos al abismo, les dijo.
Tenemos miedo, respondieron.
Acercaos al abismo, les dijo.
Se acercaron.
Él los empujó… y salieron volando.”
Apollinaire
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El trabajo del Rafael Echeverría en Newfield Consulting abarca muchos campos. Se le conoce mundialmente en relación al desarrollo y práctica del Coaching Ontológico, pero en muchas ocasiones le hemos escuchado reiterar que lo más importante de lo que ellos hacen no es precisamente la práctica del Coaching, sino la generación de un nuevo paradigma que nos permita a los seres humanos en occidente transitar hacia otro lugar. Un nuevo Paradigma de Base que nos permita abandonar las premisas metafísicas que aún hoy nos atrapan. Un nuevo lugar que nos permita empezar a mirar el mundo con otros ojos y que nos ayuden a paliar el sufrimiento existencial excesivo en el que muchos andamos atrapados.
Así, partiendo del fundamento de diferentes disciplinas como la Biología del Conocimiento de Humberto Maturana y los desarrollos de la Filosofía continental principalmente centrados en la obra de F. Nietzsche y de la filosofía del Lenguaje de L. Wittgenstein y J.L. Austin, construye un nuevo discurso al que denomina DISCURSO SOBRE LA ONTOLOGÍA DEL LENGUAJE.
Éste discurso busca desarrollar una nueva interpretación del fenómeno humano. Un discurso que nos sirva como nuevo de Paradigma de Base y que nos permita trascender hacia una nueva visión del mundo, de los otros y de nosotros mismos que nos libere de las ataduras metafísicas que durante tantos siglos nos han servido para vivir, pero que ahora puedan ser frecuentemente la fuente de tantos sufrimientos.
Mirar el mundo desde otro paradigma podría permitirnos ver ahora lo que antes no veíamos y habilitarnos a tomar acciones que antes ni tan siquiera considerábamos. Así empezar a lograr resultados que, desde la antigua trampa metafísica, simplemente no nos eran posibles.
¿Y si esta nueva interpretación de fenómeno humano nos acercara un poco más a ese ansiado “bien vivir?
Vayamos al grano. ¿Cómo sustituye el Discurso de la Ontología del lenguaje (Fundamento teórico de la práctica del Coaching Ontológico), punto por punto, las antiguas premisas del programa metafísico y qué posibilidades éste nos abre al hacerlo? En concreto, ¿Qué pasaría en nuestras vidas si aceptamos este nuevo paradigma?
Revisemos punto por punto cómo podemos sustituir las antiguas premisas por nuevas:
SER – REALIDAD – VERDAD – RAZÓN
EL SER: Así como desde el paradigma metafísico se abogaba por un SER fijo eterno e inmutable, desde este nuevo discurso entendemos el SER como un “estar siendo” en un momento concreto. ¿Qué pasaría si todo fuera un proceso constante de devenir, de cambio continuo? ¿Y si yo no fuera de una manera fija y predeterminada? ¿Y si existiera la posibilidad del cambio continúo en mí y yo no hubiese sido hasta ahora consciente de ello? Yo actúa como soy, pero a la vez, si yo cambio de manera consistente mi modo de actuar voy a cambiar mi SER. Tanto los demás como nosotros mismos vamos a empezar a hablar de mí mismo de un modo diferente. Eso no es tan raro, porque en la práctica ya nos vemos siendo de maneras diferentes en distintos ámbitos de nuestras propias vidas. Yo aparezco diferente en mi profesión, que cuando soy padre de mi hija o amante. Soy distinto en cada dominio. Todos podemos experimentar eso en nuestras propias vidas en mayor o menor medida. ¿Qué pasaría si aceptáramos que la acción genera y transforma el Ser que somos? ¿Qué pasaría si aceptáramos que podemos modificar nuestro SER?
POSIBILIDADES QUE NOS ABRIRIA: Cambiaríamos nuestra identidad a través de modificar nuestras acciones. Yo actúo según soy, pero a la vez, también soy según actuó. La acción es el camino para cambiar mi SER. Ya no nos quedaría sólo la opción de resignarnos a lo que nos tocó ser, sino que se abrirían las puertas de la transformación. Los límites me los marcaría yo mismo. En qué me quisiera convertir dependería de mis deseos y no de mi destino. Aparece entonces la posibilidad de diseñar la vida que yo quiero para mí.
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A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas.
Marcel Proust
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La acción es pues el camino del cambio, y, de todas las acciones, la más importante de todas, en esta propuesta, sería la acción del aprendizaje. El aprendizaje es toda acción que uno emprende para cambiar las propias acciones, para hacer del futuro algo diferente de lo que logró en el pasado. ¿Y si eso fuera posible? ¿Qué querríamos empezar a cambiar hoy mismo? Y ¿Qué necesito aprender para lograrlo?
LA REALIDAD: Imaginad que no necesitamos proponer otra realidad superior, otra realidad más verdadera, para explicar y entender nuestro mundo. Imaginad que no requerimos de cielos o paraísos extraterrenales. ¿Qué pasaría si buscáramos el significado ésta vida en nuestra propia vida? Quizás como ya apuntaba el filósofo D. Hume, todo está en la naturaleza, ésta lo contiene todo y desde ella se explica todo. La experiencia es todo lo que tenemos. Partamos de ésta para generar la comprensión de nuestro mundo.
POSIBILIDADES QUE NOS ABRIA: Si no postulamos la existencia de otro mundo para explicar éste, lejos de caer en el sinsentido de nuestras vidas, pienso que lo que hace es darle a esta vida todo el valor que merece y tiene. Vivir en el aquí y el ahora es lo que tenemos y debemos aprovecharla al máximo. Desechar este tesoro en pro de otra vida en otro mundo no creo que nos ayude a gozarla en plenitud. Plantearse venir a este mundo a sufrir para ganarse ese otro mundo, del que, por cierto, no tenemos, ni podemos tener constancia es, pienso yo, una apuesta un tanto arriesgada. ¿Cómo sería nuestra vida desde este nuevo prisma? ¿Qué haríamos que ahora ni osamos hacer?
LA VERDAD: El Discurso de la Ontología del Lenguaje parte de que no existen verdades trascendentes y absolutas. Los seres humanos no sabemos cómo las cosas son en realidad. Sabemos cómo las observamos, percibimos o cómo las interpretamos, pero eso es todo. Los seres humanos vivimos en mundos interpretativos generados en nuestras conversaciones. ¿Y si realmente no tuviésemos acceso a ninguna verdad trascendente? ¿Qué tipo de ética de ello se derivaría? ¿Cómo modificaría eso el mundo y las relaciones entre seres humanos?
POSIBILIDADES QUE NOS ABRIRIA: De ser así, la interpretación sobre cualquier fenómeno surgiría de un modo distinto en cada observador y sería obviamente contingente a la historia e transformación vivida por éste en su ontogenia, eso es, según mi historia personal interpreto de una manera u otra todo lo que me rodea. Por todo ello, lo único que tendríamos los seres humanos sería la posibilidad de interpretar, nunca de saber cómo las cosas son de forma objetiva. No apropiándonos de la VERDAD, solo nos quedaría escucharnos los unos a los otros legitimándonos mutuamente nuestras respectivas visiones. Quizás las relaciones de cooperación sustituirían la actual cultura de la competencia.
Creo que todos sabemos íntimamente que la objetividad es la absurda pretensión de que algo es observado sin observador. Por tanto asumiendo la objetividad como algo falaz, se nos hace aparente que cada observador podría sustentar sus propias y legítimas interpretaciones. ! Pero cuidado! Eso no debe llevarnos necesariamente al sinsentido de creer que todo puede interpretarse de cualquier manera. Uno podría desarrollar competencias para fundamentar de forma rigurosa sus interpretaciones y que unas tuviesen más poder que otras. Pero por muy fundamentada que fuese una interpretación, seguiríamos siendo conscientes de que en ningún caso se convertiría en VERDAD.
Encontraríamos que las interpretaciones que fuésemos capaces de generar, tanto nosotros como los otros, serían más o menos poderosas, no por su contenido de verdad, sino por lo que la práctica, las acciones que de ellas se desprendieran, nos ayudaran o no a alcanzar esos resultados que anhelamos.
Dicho esto. A modo de práctica, una pregunta reflexiva muy poderosa que podéis haceros ante un conflicto que ahora os ocupe es:
“¿Esta interpretación que sostengo sobre tal persona, relación o circunstancia, me permite tomar acciones hacia la resolución del conflicto que estoy enfrentando o no?“
Si la respuesta es NO, y si estamos conscientes que lo que sustenta ese conflicto es tan solo es una interpretación y no una verdad inamovible, podemos soltarla e ir en busca de otra más poderosa. Si, por el contrario, creemos que es LA VERDAD ya solo nos queda el camino de la resignación. Por ello pienso que la verdad es en realidad una trampa que nos impide la reflexión.
LA RAZÓN: ¿Qué pasaría si abandonáramos la antigua idea de que el ser humano es sólo un ser racional desdeñando otros dominios que también nos conforman? ¿Qué pasaría si escucháramos a Wittgenstein decir que la razón es tan solo un juego del lenguaje? Somos animales antes que humanos. ¿Qué pasaría si aceptáramos que, como todos los demás animales, somos seres emocionales, y que guiamos nuestras vidas en base a nuestros deseos íntimos, nuestros miedos, eso es, desde nuestras emociones? Desde este nuevo paradigma añadiríamos al dominio del lenguaje y la razón, las emociones y el cuerpo formando 3 dominios primarios conectados y coherentes entre sí.
POSIBILIDADES QUE NOS ABRIRIA: Ampliando la concepción del ser humano a estos otros dominios primarios como son las emociones y el cuerpo nos abriría las puertas a una mayor comprensión de lo humano. Nos permitiría ampliar la mirada y actuar hacia los demás desde otro enfoque. Seamos conscientes que “lo humano” tiene “solo” 4 millones de años de historia, mientras que el origen de los seres vivos se remonta a 4.000 millones a de años. Es decir, lo humano, como particular modo de vida se superpone una historia animal muchísimo más extensa. ¿Cómo no va a ser importante esa historia animal que está en cada uno de nosotros? Somos seres emocionales que disponemos de eso que llamamos razón porque existimos en el lenguaje. Pero démonos cuenta también que nuestras vidas son guiadas por las emociones, aunque a veces podamos usar la razón para justificar y hasta, a veces, para negar nuestras emociones.
¿Qué posibilidades se nos abren en nuestras vidas, conflictos y relaciones si devolvemos su puesto a las emociones y a la corporalidad tanto tiempo negadas? ¿Cómo afectan nuestras emociones y nuestra disposiciones corporales a nuestro modo de estar en el mundo y por ende a definir nuestros límites de posibilidad?
La Ontología del Lenguaje y el Coaching Ontológico
El Coaching ontológico es una práctica, una práctica que procura asistir a otros seres humanos a superar sus propios límites a alcanzar sus objetivos y a paliar sus sufrimientos más íntimos. Como cualquier práctica se sustenta en un discurso teórico del que os he hablado. Las habilidades de desarrolla un Coach Ontológico durante su formación le permiten mostrar, tocar y asistir a sus clientes en procesos de transformación personal hacia ese “bien vivir”. Esas competencias a las que apuntamos, nacen de este nuevo discurso y es imprescindible comprender que el poder de esta nueva disciplina no está en la práctica de sus herramientas conversacionales, en la capacidad de tocar emocionalmente o modificar disposiciones corporales, sino en el importante discurso sobre el que estas competencias se edifican. La magia de la práctica de Coaching Ontológico reside, en última instancia, en liberar a otros seres humanos de las ataduras metafísicas que les atrapan. Para poder acometer ese objetivo un Coach Ontológico debe aprender a verlas, y para ser capaz de hacer eso necesariamente debe aprender a mirar desde otro paradigma diferente. Ese otro paradigma está definido en el Discurso de la Ontología del Lenguaje.
El Discurso de la Ontología del Lenguaje, en última instancia, busca hacerse cargo de ese inmenso vacío que ha generado la pérdida de poder del Paradigma de Base, el Programa Metafísico que durante más de 25 siglos nos ha servido para entender el mundo y para entendernos a nosotros mismos como especie. Solo hay que mirar el mundo actual para ver que ese desgaste es palpable, y no solo me refiero a los grandes conflictos religiosos, políticos o estratégicos que aparecen en nuestros televisores a la hora de cenar, sino también a las crisis que enfrentamos en nuestras propias vidas cotidianas cada día.
Si habéis llegado hasta aquí, sabréis ahora que el primer paso de este largo viaje hacia el “bien vivir” es el de aprender a mirar nuestra propia mirada. Entender desde dónde he estado mirando el mundo hasta hoy y como ello ha influido en cómo he vivido lo que he vivido y en qué papel tenía esa mirada en la gestación de mis propios conflictos y desgarres existenciales.
Adentrarse en este nuevo mundo no es tarea fácil. Cuando nuestros alumnos aprenden maravilloso el oficio de ser Coach Ontológico Profesional, no solo adquieren esas competencias prácticas para asistir a otros seres humanos a lidiar con sus sufrimientos, sino que, por encima de todo, buscamos que ellos aprendan a mirar a los otros y a sí mismos desde este otro nuevo Paradigma de Base, y desde allí, paso a paso, ayudar a transformar este mundo. Nuestro mundo humano, hacia el “bien vivir”, hacia la felicidad.
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Tú debes ser el cambio que quieres ver en el mundo…….
M. Gandhi
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Yo llegué a esta disciplina ya hace 8 años de la mano de Marta Calvo del CEC (Centro de Especialización en Coaching) de Barcelona. Inocente y despistado, imagino como muchos otros, tan solo buscaba adquirir competencias relacionales para asistir a otras personas. Una nueva profesión. Ese ya fue un gran regalo en mi vida. Más tarde, con los años, empecé a intuir que había mucho mayor calado en esa disciplina que había escogido. En 2010 cursé en Chile el nivel de Coach Ontológico Sénior en Newfield Consulting, ya de la mano de Rafael Echeverría y Alicia Pizarro, y allí comprendí, para mi sorpresa, que el desafío de nuestra tarea como Coach Ontológico Profesional Sénior resultó mucho mayor del que me hubiese llegado nunca a imaginar. Ésta no es otra que la de aportar nuestro esfuerzo individual, paso a paso, cliente a cliente, curso a curso a la gran batalla de cambiar un Paradigma de Base.
Éste fue, es y sigue siendo todavía hoy, el verdadero regalo que hallé al convertirme en Coach Ontológico Profesional.
Gracias a Rafael y Alicia por enseñarme a mirar mi mirada.
Sergi Cunill i Escribà
Coach Ontológico Profesional
sergi@claroconsulting.es
629380252
(1) Cunill, S. “Conservación y cambio: una mirada sistémica”. https://sergicunillcoach.wordpress.com/2012/06/17/conservacion-y-cambio-una-mirada-sistemica/ . Blog 2012
(2) Maturana, H. y Varela, F. “El árbol del conocimiento. Bases biológicas del entendimiento humano”. Ed. Lumen 1984. Buenos Aires.
(3) Echeverría, R. “Por la senda del pensar Ontológico”. Buenos Aires Ed. Granica Juan Carlos Sáez Editor, 2007. Buenos Aires
(4) CEC (Centro de Especialización en Coaching) Barcelona http://www.ce-coaching.com
(5) Newfield Consulting Chile. http://www.newfieldconsulting.com
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