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Historias que nos contamos: Narrativas y Coaching Ontológico
Posted on 6 junio 2012

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Preguntarnos por lo constitutivo del ser humano nos puede llevar a ver que rasgos conforman y a la vez distinguen nuestra especie. Bien, si uno estudia en profundidad que es lo que nos diferencia esencialmente de las otras especies que habitan el planeta, puede concluir, siguiendo la senda del pensamiento cartesiano, que es el razonar: “Pienso luego existo”. Pero si analizamos que subyace al razonar, concluiremos también que éste, como otras conductas humanas, es tributivo del lenguaje.


En anteriores reflexiones (Ver articulo de mayo: “Coaching Ontológico: Bases para una nueva epistemología”) hablaba yo del papel que tiene el lenguaje en la vida humana. Siguiendo las ideas del Biólogo Humberto Maturana, pienso que lo humano se constituye en el lenguaje. Eso es, todo lo que hacemos como seres humanos ocurre en conversaciones, entendidas estas como un entrelazamiento de lenguaje y emoción. Alguien podría discrepar de esta premisa alegando que se ve realizando en su vida cotidiana muchas cosas fuera del lenguaje. Bien, es cierto. Pero debemos considerar que los seres humanos habitamos en múltiples dominios de realidad según sea nuestro operar en cada momento. Además de humanos, también somos animales mamíferos, por tanto, podemos darnos cuenta que nuestras conductas fuera del lenguaje las realizamos como animales que somos. Lo humano solo ocurre en conversaciones.

Por ejemplo, la digestión es un proceso biológico del que, normalmente, no tenemos constancia, ya que ocurre en el operar de nuestra biología sin que tengamos consciencia de ello. Por tanto es un fenómeno biológico, no humano. La digestión pasa a ser un fenómeno humano en el momento que te duele el estómago, y allí, cuando uno se pregunta “¿Qué me pasa?”, y habla de ello con otros, con uno mismo o con el médico, es justamente en ese momento cuando la digestión pasa a formar parte de una conversación y pasa a existir, pues, en el dominio de lo humano. En otras palabras: la digestión no existe para el humano hasta que tiene indigestión.

En el artículo anterior hablaba del lenguaje. Lo que nos diferencia de otras especies, decía, no es el uso de lenguaje, sino nuestro existir en él. Si lo humano solo ocurre en conversaciones es allí donde creamos nuestra realidad en tanto distinguimos, operando en el lenguaje, cosas del mundo que vivimos. Intenté mostrar en ese articulo “Coaching Ontológico: Bases para una nueva epistemología” como los seres humanos construimos nuestra realidad al explicarla

Dejemos aquí este tema para retomarlo más adelante.

Una segunda premisa que quiero considerar en este artículo tiene que ver con el rol, con la función que tiene el lenguaje. En la nueva concepción del lenguaje, éste adquiere una nueva dimensión, ya apuntado por algunos filósofos del lenguaje, que es su papel generativo.

Estos filósofos, y en particular J.L. Austin, descubrieron un uso del lenguaje que no estaba siendo considerado en su antigua concepción. Antes de éstos, el lenguaje era un mero instrumento descriptivo de la realidad, nos servía para describir lo que vemos, lo que pensamos lo que sentimos, pero el lenguaje hace mucho más que eso, el lenguaje también genera realidades. Tal como afirma Rafael Echeverría, esto lo hace generando identidades, generando relaciones, generando posibilidades, generando compromisos y genera futuros distintos.

  • El lenguaje genera identidades. Toda identidad es una narrativa. Nuestro YO, el da cada uno de vosotros lectores, se constituye en narrativas. Eso es, historias que nos contamos nosotros mismo sobre como somos. Esas narrativas pueden ser privadas o publicas. Mi identidad en un determinado ámbito estará en los juicios que tienen los demás sobre mí. Es decir en mi empresa, en mi grupo de amigos, en mi familia se generan narrativas sobre como soy y eso conforma mi identidad en ese ámbito particular.
  • El lenguaje genera relaciones. Las relaciones que tenemos en nuestra vida se constituyen en las conversaciones que tenemos con ese otro. La calidad de la relación esta directamente relacionada con la calidad de las conversaciones que tenemos con ese/a otro/a.
  • El lenguaje genera posibilidades. Las posibilidades, así como los problemas, no son entidades que van circulando por el mundo, que unos ven y otros no. Toda posibilidad o problema se constituye en una manera particular de mirar y explicar una realidad. Eso lo vemos en nuestra vida cotidiana cuando ante una misma situación una persona observa posibilidades y otra, a su lado, ve problemas.
  • El lenguaje genera compromisos. Los compromisos son la base de la coordinación de acciones entre los seres humanos. Si nos coordinamos, juntos podemos hacer cosas que para un individuo aislado son imposibles.
  • Y en base a esos compromisos, esas posibilidades, esas relaciones, el lenguaje genera pues futuros distintos.

En base a esas dos premisas fundamentales:

  1. Todo lo humano se da en conversaciones. Los seres humanos existimos en el lenguaje
  2. El lenguaje no solo sirve para describir, sino que sirve para generar nuevas realidades

Os invito a imaginar las posibilidades que se abren ante nuestros ojos si las mezclamos como alquimistas. Si los humanos existimos en el lenguaje y éste tiene una dimensión generativa, las posibilidades de rediseño, de reinventarnos a nosotros y nuestra realidad son casi ilimitadas.

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Todo ello despertó hace un tiempo mi interés por las narrativas. En una conferencia de Rafael Echeverría, él nos habló de este campo todavía poco explorado des del Coaching Ontológico.

Los seres humanos somos cuentos que cuentan cuentos, nos constituimos en y a través de narrativas, en historias sobre cómo es el mundo, cómo es la realidad, cómo soy yo, etc. Ahora bien, de dónde surgen esas narrativas. Bien, depende, hay narrativas que nos prexisten y que, al nacer, nos vemos simplemente arrojadas dentro de ellas. Esas narrativas constituyen la cultura dónde vivimos. En esas narrativas se fija, se establece, se inmoviliza una determinada manera de mirar el mundo, a los otros y a uno mismo. Lo que esta bien o mal, lo que pertinente en cada situación, lo que debe esperarse de un amigo, marido o padre, etc, etc, etc.

Otras narrativas pertenecen a un ámbito más privado. Son narrativas que también muchas veces nos prexisten, pero que están reducidas al ámbito familiar. En nuestra familia había normas, maneras de hacer las cosas, de juzgar el mundo, y a través de la voz de nuestros padres, las aprendimos y ahora mismo miramos el mundo a través de ellas sin a veces ser muy conscientes de ello.

En base a todas esas otras narrativas más amplias, uno acaba conformando sus propias narrativas apoyadas en sus gustos o preferencias, y éstas son la columna vertebral de nuestra existencia. Nos constituyen como la persona que somos. Suelen ser bastante rígidas, poco flexibles, ya que va en ello nuestra identidad, pero pueden modificarse, y este, es en el fondo, el cometido fundamental de un Coach Ontológico cuando asiste a otra persona en un proceso de cambio que no es otra cosa que mostrar a esa persona como empezar a explicarse de otra manera, cómo modificar su narrativa.

Lo importante de estas narrativas que acumulamos y que nos otorgan una manera de explicar el mundo y de explicarnos cómo cada uno de nosotros somos, es que definen a su vez lo que para nosotros es posible y lo que no es posible, es decir, delimitan nuestro rango de acciones y con ello los resultados que están a nuestro alcance.

Somos lo que nos explicamos que somos, y por tanto, si alguien se define a sí mismo, por ejemplo, como incapaz, como tímido, como poco competente, las acciones que va a emprender en su vida cotidiana van a ser coherentes con esa narrativa, y no va a lanzarse a intentar acciones que la desafíen. Con ello obtendrá resultados pobres que no harán sino reafirmar su narrativa, y eso, la persona, lo acabará viviendo como que dado como es, hay cosas que no puede hacer, es decir, apelará a su SER, con lo que se clausurará toda posibilidad a cambiar.

Desde esta mirada, podemos pensar que un ser humano sufre cuando aparecen incoherencias en su narrativa vital, o bien, cuando nuevas experiencias que vive no encajan o no se ve capaz de explicarlas desde su actual narrativa.

Por contra, feliz seria el poseedor de una determinada narrativa vital llena de coherencia y que le proporcione un sentido trascendente a su paso por este mundo.

Para empezar a aprender como Coaches a distinguir narrativas en nuestros Coachees, una manera es aprender a mirarlas, primero en nosotros mismos. Reflexionar sobre como era la familia a la que llegamos, que cosas pasaban allí, que historias contaban mis padres o mis hermanos sobre mí. Es decir, en que narrativa me vi arrojado y me constituí como individuo. Después podemos empezar a observar la cultura en la que vivimos. ¿Qué narrativas imperan? Por ejemplo la narrativa de la individualización, de la importancia de sentirse realizado como persona, del crecimiento personal, es una narrativa bastante actual. En otras épocas el individuo no contaba, y era el colectivo lo primordial. Como ésta muchas otras. Si hacemos ese ejercicio esas narrativas dejan de ser transparentes para nosotros y, al verlas, podemos hacer algo con ellas si es que de alguna manera nos limitan.

Una práctica muy interesante para mí es poner atención, en mi vida cotidiana, cuando escucho a las personas con las que converso, en el trabajo, en la familia o con los amigos, intentando escuchar sus relatos como lo que son, como relatos, y desde allí, como práctica diaria, reflexiono sobre cómo ese relato condiciona a la persona que lo sostiene:

¿Le abre o le cierra posibilidades en su vida?

Sergi Cunill i Escriba

Coach Ontológico Profesional

Socio Director de Claro consulting

sergi@claroconsulting.es

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