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¿Qué es liderar?
¿Estamos hablando de empujar a las personas a hacer lo que queremos que hagan?, ¿O más bien hablamos de inspirar a las personas a que quieran hacer lo que saben hacer?
¿Empujar?, ¿Inspirar?… he ahí la cuestión.
Aquí postulamos dos caminos de acción con consecuencias y resultados diferentes. Antes de dirimir qué camino yo juzgo más efectivo en las organizaciones del siglo XXI, tenemos que entender un poco lo que es un ser humano para poder fundamentar lo que después vamos a proponer para las organizaciones que quieran ser eficientes en el futuro y, de este modo, puedan conservar su supervivencia.
Un capitán de barco se toma muchos años estudiando para poder gobernar de manera efectiva su nave. ¿Qué estudia tantos años? Estudia el medio en que se moverá (Corrientes, vientos, mareas, geografía, etc.), estudia la estructura de la nave que manejará (Casco, velas, timón, etc.) de modo que conoce cómo ésta reacciona frente al medio en que se encuentra y todo eso le permitirá gobernarla de modo efectivo.
Para liderar una organización debería ser lo mismo. Pero creo que no es este el caso en nuestra cultura. Se nos enseña en la universidad mucho sobre el medio (oferta, demanda, producción, marketing, finanzas, etc.) pero nada sobre la estructura, eso es, nada sobre el tipo de seres que somos los seres humanos y que vamos a liderar
.
Pienso que ese es uno de los principales obstáculos que enfrentan los líderes de hoy. No saben porque nadie les enseñó y muchas veces se limitan a reproducir formas de dirección de personas que aprendieron en su carrera profesional y que son poco efectivas a largo plazo por que en alguna dimensión niegan lo humano y causan sufrimiento.
¿Qué es un ser humano?
Hay muchos modos de contestar por la pregunta de qué es un ser humano. Una es señalándolo: “tu” o “yo”. Otra es mostrar lo que nos constituye como humanos, señalando cuales son las condiciones constitutivas de aquello que llamamos ser humano.
Si uno se pregunta por las condiciones constitutivas de lo humano, y cuando eso surge, uno se remonta a los primero linajes de homínidos que existieron hace 3 millones de años y que empezaron a conservar un determinado modo de vivir. No es nuestra genética lo que nos hace humanos, sino que es un modo particular de vivir. Ese modo es el vivir inmersos en coordinaciones de coordinaciones conductuales, eso es, vivir inmersos en el lenguaje. Todo lo que hacemos como seres humanos lo hacemos en redes de conversaciones, eso es, en un entrelazamiento de lenguaje y emociones.
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Eso nos dice otra cosa, que los seres humanos vivimos en múltiples dimensiones. Somos humanos en tanto operamos en el lenguaje, pero también somos animales mamíferos si atendemos al dominio biológico.
Como todos los animales somos seres emocionales, eso quiere decir que el camino que toma nuestra vida es orientado por nuestros gustos, nuestras preferencias, nuestros miedos, en definitiva, nuestras emociones. Como humanos que existimos en el lenguaje tenemos la razón, la lógica que nos permite construir argumentos y explicaciones para dar cuenta de lo que hacemos. Pero debemos ser conscientes que utilizamos la razón para justificar, o a veces negar, nuestras emociones.
Para que surgiera el lenguaje entre esos primeros homínidos fue condición necesaria una convivencia, un estar juntos coordinando nuestras acciones, por el placer de estar juntos, viviendo en familias, en pequeños grupos humanos. Para que eso fuera posible debió darse una determinada emoción de la que ya hablé en mi anterior artículo. El Amor. El amor definido como “El dominio de las conductas relacionales en las que el otro/a aparezca como legítimo otro en convivencia con uno”, eso es, que el otro tenga presencia para uno y esa presencia sea respetada. Otra emoción no hubiese posibilitado vivir en convivencia y, por tanto, el lenguaje no hubiera sido posible. Si esto fue así, eso nos dice que los seres humanos nacemos amorosos, nos gusta la convivencia en familia, nos gusta el contacto con nuestros semejantes. Esta es nuestra situación de partida, nuestro fundamento emocional.
Luego, claro, aparece la cultura, los discursos, las teorías que nos permiten justificar cualquier cosa, incluso las que nos niegan como seres amorosos. Cuando en nuestras sociedades aparece un dominio donde falta esa emoción fundamental, sufrimos, no estamos bien, nos queremos ir.
¿Qué pasa en muchas de nuestras organizaciones de modo que las personas sufren, se quejan, no están bien?
Liderar Organizaciones
Si estas premisas las trasladamos al dominio del lideraje y entendemos al ser humano, podemos tener otra mirada sobre la disyuntiva que planteaba al principio del artículo. Liderar personas qué implica: ¿Empujar o inspirar?
Tiene que ver con aplicar una fuerza para mover algo. Cuando hacemos eso pienso que la mirada está puesta en el resultado. Cuando hablamos de personas y lo que nos importa es solo el resultado de su trabajo, en ese momento desaparece la persona. Y si la persona no nos importa podemos llamarla “recurso”. Algo que uno “usa” para lograr un objetivo. En nuestras empresas se habla de “Recursos Humanos” para hacer referencia a un departamento o a “Headcount” para saber el número de efectivos humanos disponibles. Lo de contar cabezas viene de la tradición ganadera. Lo que estoy planteando aquí es que en el empujar nos es, de alguna manera, en alguna medida, indiferente la persona.
Cuando hablo yo del amor en este artículo, digo que esa emoción fundamental tiene que ver con el sentirse visto, sentirse escuchado, tener presencia para el otro/a. Cuando empujamos, obligamos, ordenamos, nos situamos en relaciones de exigencia y sometimiento, eso es, no ver a la persona, y con eso generamos sufrimiento y también, pienso yo, ineficiencia en nuestras empresas.
A nadie le gusta obedecer, los seres humanos guiamos nuestros haceres a partir de nuestras emociones y deseos. Cuando uno obedece se siente exigido a hacer lo que no querría hacer, y en eso se está negando a sí mismo de algún modo con el fin de conservar algo (sueldo, puesto de trabajo, status, etc.) y eso suele gener resentimiento. Veo cada día a personas sufrir en las empresas per ello.
Es más difícil que empujar. No por la complejidad intrínseca en el proceso, sino porque vivimos en una cultura donde en algún aspecto negamos lo humano en nuestras empresas en aras de la eficiencia y la efectividad. Porqué para inspirar es necesario en primer término, ver al otro/a, escucharlo, que tenga presencia y nos importe. Eso puede verse o no verse en el hacer cotidiano de nuestros líderes.
El que inspira requiere de competencias diferentes. Debe saber escuchar y ver al otro/a, y debe saber también reconocer y valorar. En definitiva, gestionar personas a través de la inspiración requiere cercanía, contacto, comunicación fluida en todas direcciones. Requiere también entregar, a las personas que uno lidera, de un sentido de su trabajo, un entender la importancia de su contribución al desarrollo de la organización.
Es curioso porque mientras escribo esto y lo planteo como “las competencias que debería aprender el líder” me estoy dando cuenta que no son haceres ajenos cada uno de nosotros. Lo digo en el sentido que nacemos como seres amorosos, si tenemos suerte, en un hogar en una familia donde nos sentimos vistos, escuchados, cuidados y sentimos que importamos. Por tanto, más que aprender esas competencias podríamos hablar de recuperarlas en el ámbito profesional, porque ya están en nosotros.
¿Y porque no las utilizamos?
Fíjense ustedes que siempre requerimos de teorías desde donde negar lo humano, por ejemplo, cualquier forma de discriminación necesita de una teoría justificativa: el racismo (Teoría de la supremacía de una raza sobre otra), el machismo (Primacía de un género sobre otro), etc. y a la vez nos damos cuenta que para amar, no requerimos de ninguna teoría. Y eso es así porque nacemos como seres amorosos, y nuestra manera de movernos en el mundo y en particular, en nuestras empresas, cuando negamos lo humano, tiene que ver con nuestra cultura. No con nuestra biología. Entonces utilizamos la razón para inventar teorías que justifican el movernos en la relaciones de exigencia con el otro/a: Eficiencia, efectividad, capitalismo, competencia. Todo eso es cultural.
Pienso que si el tema es cultural, el pasar del empujar, del exigir, del mandar al inspirar requiere de nuevos aprendizajes. Según mi modo de ver, los líderes de hoy, no solo deberían dominar nuevas competencias conversacionales y emocionales, que son muy importantes, sino que juzgo que el mayor desafío debería ser el de entender que es lo humano, que emoción fundamental lo posibilita.
Pienso que solo así, como hace el capitán para surcar los mares sin hundir su nave, los líderes del futuro, al entender lo humano, sabrán convertir las organizaciones en espacios de realización personal, donde las personas quieran trabajar al sentirse escuchadas, respetadas y valoradas, se sientan comprometidas por que su trabajo tiene un sentido para ellos.
Desde el coaching ontológico podemos aportar esa nueva mirada y aprender esas nuevas competencias conversacionales. La formación como Coach Ontológico Profesional, no solo habilita para ejercer como coach, sino que puede proporcionar al líder, al manager, de esa habilidad para inspirar a sus equipos a alcanzar objetivos extraordinarios.
Sergi Cunill i Escribà sergi@claroconsulting.es Coach Ontológico Profesional
Bibliografía:
H. Maturana Romesín. Conferencia “El Arte de Gobernar”. Universidad Casa Grande. Ecuador
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